miércoles, 6 de febrero de 2008

Soledad y Pecado

Soledad en la oscura paz nocturna, he de quedarme así por cierta parte del deber de mi destino, soledad por un cierto equilibrio, como dicen no hay bien si no hay mal, no hay felicidad si no hay tristeza, no hay parejas si no hay personas solas que se sienten solas. Pero la vida no se lleva simétricamente, no siempre hay un par un nuestra vida, o quizás hay más de uno que altera el equilibrio de lo justo y correcto. Se escucha un golpe en la puerta después de una larga noche, siento como mi corazón comienza a latir fuertemente por una razón desconocida, cierto presentimiento de que las cosas se habían salido de curso, como que tratar de burlar al destino fue un error fatal ¿Es que acaso no hay manera de ser feliz?

Era todo lo que me preguntaba mientras ella se vestía rápidamente sin darme razón, me paralice un solo segundo en el cual pensé claramente donde estaba y la razón del por qué, la noche fue placentera, pero al precio de un pecado ante dios, el día y quizás el resto de mi vida podría convertirse en pesadilla al haber caído en los abrazos y caricias de quien vivía una gran mentira puesta a las manos de una persona poderosa y despiadada. Atrapado y sin manera de poder huir, no podría hacer más que encarar las consecuencias de debilidad humana. La puerta yace abajo y un arma reposa entre mis cejas bajando hasta quedar entre mis ojos, gritos y llantos, frustración y rabia por el otro lado, pensando si realmente habían motivos por los cuales intentar salvar una vida que no se había podido encontrar a si misma a lo largo de 30 años.

Un reflejo en el espejo dio a revelar una dulce cara que pasaba cerca y aclamaba una razón por la cual continuar con su vida, sorprendente en segundos se pude observar con intensidad de que planeaba en no continuar sobrellevando su vida, en si no llevar ninguna dentro de sí misma.

No puedo olvidar mi situación entre una farsante que me llevo a sus juegos y un vulgar gánster que pretende acabar con mi existencia tomando a su infiel esposa como mi boleto de mi muerte. Se dice que cuando llega la hora no podrás hacer nada para evitarlo y algo me decía que mi hora aun no era. Entre los gritos y desesperación cometió un error le disparo primero a ella, fue la llave perfecta a su extermino, rápidamente quiso apuntarme pero mis manos ya le habían retirado su arma, momento perfecto para limpiar las calles de la ciudad, pero yo no era un asesino, el si, intento sacar un pequeña pistola de su pierna, mis reflejos no dudaron ni un segundo cuando una bala atravesó su cráneo.

Tenía que desaparecer pero mis huellas estaban en el arma, tenía que pensar en la manera de no terminar en la cárcel, el sistema nunca trabaja a favor de la justicia sino a favor del que posea mejores cuentas bancarias, si me quedaba seria un blanco fácil para la policía o los demás gánsteres que aclamarían venganza.


Fui algo lento al pensar puesto a que la escena estaba lista, un crimen pasional, una pareja que se quita la vida en una habitación de motel al no poder resolver sus diferencias, él le dispara y decide quitarse la vida, solo tenía que limpiar el arma y colocársela en sus manos. Fue fácil, limpio y rápido. Al salir allí estaba la dulce joven que con su mirada me había cautivado, y allí me hacía yo con un par de balas que atravesaron mi abdomen y me habían dejado en el piso y escuchando como ella gritaba que yo había matado a su padre…

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